Autora: Narváez, C.

Fecha: 24, junio de 2008.

Este es un comentario sobre el epílogo: Diplomacia, antaño y hogaño del libro La Diplomacia de Harold Nicolson.

Esta lectura es muy interesante porque, se describe la forma en la que se ha llevado la diplomacia en el mundo durante el siglo XX, y el año parte aguas es cuándo empezó la Primera Guerra Mundial en 1914. Desde este momento y en adelante con la mejora en la comunicación, en la tecnología, armamento, y evolución acelerada en todos los aspectos, también vemos una evolución en la diplomacia y en la forma de negociar. Se analizó en la lectura la forma de pensar que tenían los comunistas, la forma de actuar de los diplomáticos norteamericanos, la vieja diplomacia, contra la diplomacia moderna, y se destaca el cambio de ideologías que ha habido a través del siglo además de la creación de la Sociedad de Naciones que evolucionó en la Organización de Naciones Unidas, que fue un importante paso en la evolución de la negociación y la diplomacia internacionales.

En esta lectura se destaca que en 1914  hubo un cambio en la estructura del mundo. Las rivalidades  de los siglos XVIII Y XIX parecen insignificantes, porque los problemas ya son diferentes, y ahora parecen menos importantes y más simples los problemas que había en este siglo.  Hay una lucha entre ideologías entre defender libertades individuales, y la resolución de imponer una religión, y por sí solos los dos puntos son antitéticos, las libertades individuales y la religión para la época eran temas opuestos por lo que se comprende la rivalidad. Los miembros del bloque comunista estaban convencidos de que adquirirían el dominio del mundo e impondrían su fe y su autoridad en el mundo; esto se menciona porque ese era el pensamiento de los comunistas de la época.

Se menciona que la vieja diplomacia estaba fundamentada en la creación de la confianza, y adquisición de crédito. El diplomático moderno ya no puede confiar en el antiguo sistema de la confianza.  Los asuntos en cuestión de aquel momento se volvieron complejos e interconectados, y así es cómo empezaba la era de la “globalización” si se podría llamar de alguna manera, ya que por la complejidad de los asuntos, se salieron de las manos y de alguna u otra forma no se supo la forma más adecuada de resolver esas controversias por lo que cada vez se volvían más difíciles y complejos los asuntos. Surge el contraste entre diplomacia secreta y abierta. Esto se debe  al empleo impropio de la palabra “diplomacia” para significar tanto política exterior cómo negociación. La política exterior nunca debería ser secreta, porque a fin de cuentas es la forma en la que se va a relacionar un Estado con otro y aunque se trate de mantener en secreto, la población se da cuenta de lo que sucede, y es más molesto darse cuenta que desde el primer momento se mencionen los asuntos a tratar con el exterior de manera clara.

Aunque se mencionó anteriormente que la población debería enterarse del manejo de la política exterior, pero en ningún momento y por ningún motivo se deber comprometer al ciudadano, por su gobierno en tratados o acuerdos de los que no tenga cabal conocimiento. Las  negociaciones siempre deben ser confidenciales.

El comunismo se identifica con el nacionalismo, y el nacionalismo con la ambición; por lo que el comunismo se toma cómo ambición; y ambición por parte de los que tienen el poder, y ejercen el poder del Estado, que de acuerdo con la lectura son los que invocan un nacionalismo fuerte por el país, para que no se vea, ni se tome a mal, y justificar sus acciones y su ambición.  El occidente se ve cómo el pasado y el oriente cómo el futuro.

La visión marxista de la sociedad y de la inevitabilidad de la historia presupone que puede condicionarse a las masas a creer eternamente en el mismo credo. Esta es una concepción errónea de la naturaleza humana.

Se destaca que un diplomático no debe concentrarse tan sólo en las condiciones del país ante el cual esté acreditado. Debe conocer el idioma, las tradiciones, los prejuicios y las inhibiciones del país en el que se encuentre. La política debe ser dirigida y encauzada por el propio embajador, aunque no importa mucho si el embajador no sabe hablar un difícil idioma local.

La función de un diplomático es representar a su propio gobierno en un país extranjero; si vive demasiado tiempo en otro país, puede perder contacto con la opinión de su propia patria, y su valor representativo disminuirá. Otro aspecto de la diplomacia que se ha criticado es por ejemplo el hecho de que los funcionarios norteamericanos no son suficientemente democráticos.

Se ha escrito que la buena diplomacia está emparentada con los buenos bancos y depende del crédito. Aún si el enemigo se anota uno o dos tantos  por medio de jugadas astutas. Así se menciona de manera respetuosa al enemigo. Se dice que con el desarrollo de las comunicaciones el papel y la función de un embajador han disminuido mucho y que el diplomático de hoy se ha visto reducido a la condición de un empleado colocado en un extremo de la línea telefónica. Porque vemos hoy que la importancia de un embajador se ha reducido meramente a la representación diplomática y comercial del Estado en cuestión, y que para las negociaciones se utiliza al embajador, pero algo en lo que hoy ha cambiado es que en cuestiones políticas, los embajadores ya no resultan de utilidad, sino que los temas políticos son tratados directamente por los jefes de Estado.

La labor de un representante en el extranjero es estudiar las condiciones locales, evaluar las zonas de susceptibilidad local, cultivar el favor de los políticos locales, y estar así, en posición de informar a sus superiores sobre hasta dónde pueden llegar y hasta qué punto pueden confiar en aquellos con  quienes él está negociando. Es responsabilidad de un representante tener cabal conocimiento de el lugar a dónde se dirige, con lo mencionado anteriormente, así como conocimiento del Estado de dónde viene para así comprender las similitudes y diferencias entre su cultura, y la extranjera y tener  más puntos de argumento y enfoque en alguna negociación.

El uso que hoy se hace en una negociación internacional del arma de la propaganda. La introducción del elemento de la propaganda ha complicado grandemente la tarea de la diplomacia occidental, ya que el “boom” de las telecomunicaciones han hecho que la población desee estar informada de todo lo que sucede tanto en su país cómo en los extranjeros.

La incertidumbre y la impredecibilidad son elementos peligrosos en toda situación internacional, porque son puntos que ponen en juego el futuro de las relaciones internacionales, ya que si hay una situación en tensión, y existen estas dos características, ponen más en riesgo la paz y seguridad internacionales. En la teoría del equilibrio del poder, el invento del “Concierto de Europa”, ha sido reemplazado desde la primera Guerra Mundial por tribunales internacionales, como la Sociedad de las Naciones y las Naciones Unidas; esto si bien es cierto porque de esta manera el equilibrio de poder se hace equitativo dentro de un foro cómo lo es Naciones Unidas en dónde todos los Estados soberanos tienen la misma capacidad de decidir sobre un mismo asunto.

Las grandes decisiones de este mundo las toman quienes tienen el poder y están preparados para ejercerlo. El principio de “un hombre, un voto” depende de la existencia del imperio de la ley. Pero no hay un internacional imperio de la ley, tan sólo unas cuantas convenciones  aceptadas; así, es falaz suponer que puede mantenerse la paz mediante una votación; porque habrá quien esté de acuerdo o no en lo que se esté discutiendo, aunque esto no significa que ya sean enemigos, sólo que se recalca que existen diferencias que deben ser solucionadas antes que someter algún tema en votación, aunque siendo realistas, siempre habrá partes que por razones estatales no cederán, por lo que se debe de encontrar un punto de equilibrio en dónde no se dañe a ninguna de las partes. No existe nada que pueda llamarse una moralidad internacional. Sus límites no están visiblemente definidos, ni sus fronteras demarcadas; sin embargo, todos sabemos lo que es. Lo que otros consideran justo, no lo consideramos justo nosotros.

Cómo conclusión puedo decir que la lectura es muy enriquecedora para la materia de negociación, ya que es importante saber los antecedentes y la manera en la que se llevaba una negociación, que antes era hacia temas comerciales y políticos, y vemos la evolución que ha tenido puesto que ahora es en cuánto a temas más comerciales y lo político se lo dejamos  los jefes de Estado. Hay cuestiones que son muy ciertas, que con la acelerada evolución de la comunicación, que conlleva a la globalización, y a la interdependencia, esto provoca que el papel del diplomático haya perdido la importancia que tenía antes, en épocas antiguas cómo el siglo XVIII, XIX. Es interesante analizar la forma en la que era este tipo de diplomacia, y ver las similitudes y diferencias que tiene con la diplomacia moderna. También otro punto que ha sido importante es ver la evolución de la sociedad y de los Estados por formar Naciones Unidas, que es un foro en dónde se pretende se resuelvan las controversias entre los Estados, en dónde vemos es un claro ejemplo de voluntad por que se solucionen los conflictos internacionales, y así como esto, es importante saber de dónde viene la diplomacia y la negociación para así aprender de los aciertos y desaciertos del pasado, y evolucionar a lo que cómo internacionalistas estaremos haciendo en nuestro momento.

Fuente:

Epílogo: La diplomacia antaño y hogaño.

Nicolson, H. (1994). La Diplomacia.Fondo de Cultura Económica.