Autor: Narváez, C.

Fecha: noviembre, 2006.

INTRODUCCIÓN

 Este trabajo se enfocará en las formaciones políticas medievales, tales comolo son el imperio, el reino, y el feudo.

 Se analizará el imperio desde sus inicios, es decir con Carlo Magno, y se tomará como ejemplo para analizar la fase de imperialismo más reciente.

    En cuanto al reinado se verá qué es un reinado, además de ver algunos ejemplos como lo son los diferentes reinados de España y Francia.

    Se verá cómo fue que inició la época de feudalismo, así como la manera en la que funcionaba y hasta cuándo fue que se usó este sistema económico y de gobierno.

    En todas las diferentes formaciones políticas medievales, se analizará su historia, el tipo de sistema económico y de gobierno, desde sus inicios hasta su fin.

 IMPERIO

El imperio carolingio

 Carlos ya era conocido por sus condiciones personales como El Grande (Magno), por lo cual fue llamado Carlomagno.  Una vez en ejercicio del poder, Carlomagno se dirigió a combatir a los lombardos en Italia, para proteger al papa Adriano IV. En el año 774 venció a Desiderio, rey de los lombardos, y dos años después deshizo por completo su reino. Desde entonces Italia quedó repartida, entre ti-es soberanos: el papa, Carlomagno y el emperador bizantino.

Carlomagno se proclamó rey de los longobardos y ciñó la corona de hierro, así llamada porque su aro interior había sido hecho con un clavo utilizado en la crucifixión de Jesucristo.

Poco tiempo más tarde, fue llamado a España (778) por un jefe árabe sublevado contra el emir de Córdoba. En consecuencia, atravesó los Pirineos y venció a los moros, obligándolos a retroceder en el territorio conquistado hasta la línea del río Ebro. A su regreso la retaguardia de su ejército fue sorprendida por los vascos o gascones y derrotada en el paso de Roncesvalles, donde murió su sobrino Rolando o Roldán, episodio que dio lugar a una famosa composición en verso.

Con posterioridad, los francos organizaron seis expediciones, con resultado de las cuales Carlomagno fundó dos marcas o provincias fronterizas, la de Barcelona y la de Gascuna.

Carlomagno culminó luego una larga guerra (772-785) contra los sajones, eficazmente conducidos por Widukindo, los que, a pesar de una enconada resistencia, fueron finalmente vencidos y sometidos, convirtiéndose al cristianismo.

Estos triunfos le permitieron extender sus dominios hasta el río Oder. Los bávaros fueron también vencidos y la misma suerte corrieron los ávaros, descendiente de los hunos (788-796), establecidos sobre las costas  del Danubio. Finalizada esta campaña, Carlomagno creó la marca del Este (Ostereich), que más tarde constituyó el reino de Austria.

 Una vez Finalizadas estas campañas, las posesiones de Carlomagno comprendían la Galia, Italia, Germania y una parte de España, con lo cual quedó restablecido el antiguo Imperio romano de Occidente.

Fue en estas circunstancias que el 25 de diciembre del año 800, mientras Carlomagno oraba en la basílica de los apóstoles San Pedro y San Pablo, en Roma, el papa León III ciñó su cabeza con la corona imperial, a semejanza de lo que ocurría con los emperadores de Bizancio. De esta manera se consolidó la unión de la Iglesia y el estado.

Para mejorar la administración de su vasto imperio, Carlomagno acrecentó el número de duques y condes, cuyos subalternos fueron los vicarios y los centenarios. La labor de éstos se complementaba con la de otros funcionarios de confianza llamados missi dominici (enviados del señor), que recorrían el territorio en cada estación, de dos en dos un conde y un obispo—, para verificar el buen desempeño de sus súbditos.

Dos veces al año se celebraban las asambleas nacionales en las que participaban solamente los obispos, los duques y los condes. Durante su transcurso Carlomagno publicaba sus ordenanzas conocidas con el  nombre de capitulares, por estar enunciadas en capítulos, que no siempre tenían el carácter de leyes. En ocasiones se trataba de normas o preceptos morales.  Carlomagno prestó principal atención a la organización militar, a cuyo efecto las provincias fronterizas, llamadas marcas, estuvieron a cargo de jefes que recibieron el nombre de Margraves en Alemania y marqueses en los países latinos. El ejército se componía de hombres libres, que debían aportar sus elementos de combate, cuya cantidad y calidad variaba de acuerdo con el patrimonio de cada combatiente.  También tuvo especial preocupación por la organización eclesiástica, de la cual se sentía responsable. Con tal objeto creó nuevos obispados y obligó al pago del diezmo, que consistía en el aporte de la décima parte de las cosechas, para el mantenimiento de la Iglesia. Durante el reinado de Carlomagno se llevaron a cabo numerosas obras públicas, entre las que sobresalieron los puentes de madera levantados sobre el Rin y el Danubio; el comienzo de la construcción de un canal entre ambos ríos y la edificación de palacios.

El imperialismo, es decir la conquista de territorios por parte de las potencias europeas, fue un fenómeno complejo que caracterizó a este período. Se basó en la conquista militar y era símbolo de la grandeza nacional.

La ocupación de otros continentes tenía como objetivo la búsqueda de materias primas para sus industrias, de mercados donde vender sus productos sin trabas aduaneras y la formación de una red de comunicaciones para poder explotar los recursos naturales.

El Imperio británico fue el más poderoso y el de mayor extensión. Era un imperio marítimo, ya que basaba su estrategia en el control de los mares, los pasos entre ellos y los canales. Francia fue la otra potencia que consiguió formar un imperio de importancia mundial. Su mayor peso lo tenía en Africa Occidental.

La expansión colonial generó profundas rivalidades que originaron la firma de pactos y la formación de alianzas ofensivas y defensivas, período conocido con el nombre de la Paz armada.

Este panorama determinaría la conformación de los bandos enfrentados en la Primera Guerra Mundial: por un lado la Triple Alianza (Austria, Hungría y Alemania) y por el otro, la Triple Entente (Francia, Reino Unido y Rusia).

El Imperio Francés

Francia es la otra potencia que consiguió formar un Imperio colonial de importancia mundial. De todas formas, sus bases eran más precarias que las del Imperio Británico. Los franceses tenían menos tendencia a emigrar; sólo unos 20.000 anuales en los años 90 (frente a los 300.000 ingleses). Y ninguna de sus colonias ofrecía una importancia económica semejante a la de Canadá, Australia o la India. La expansión francesa se orienta en primer lugar al control del Africa mediterránea; Argelia es la zona de colonización a la que emigran las familias francesas.

La importancia estratégica excepcional de Suez la comprendieron antes que los ingleses; con capital francés y proyecto del ingeniero Fernando de Lesseps, se construyó el canal, que se inaugura en 1869. Aparte del espacio mediterráneo y las posesiones africanas, los franceses se establecieron en el Sudeste asiático: una colonia en el delta del Mekong —Cochinchina— y un pro tectorado en un reino vecino: Camboya.

Hasta 1870 Francia no tenía una política colonial de amplias perspectivas. También en Francia una crisis económica, provocada por la derrota en la guerra contra Prusia, empuja a los sucesivos gobiernos —Gambetta, Ferry, Delcassé— a procurar la recuperación del país con la explotación de colonias.  

Jules Ferry es no sólo el político imperialista por excelencia sino también uno de los mejores teóricos del colonialismo. La colonización de Argelia, el protectorado sobre Túnez y la penetración en África, datan de este periodo de fin de siglo.  

A partir de 1873 los franceses, partiendo de Cochinchina, remontan el no Mekong y buscan una vía de penetración hacia China. Ocupan Annam, Tonkin (panes del Vietnam actual) y Laos. Con todos los territorios ocupados se forma la Unión Indochina. En los deltas se expansionan los arrozales, la población crece rápidamente. Por el puerto de Haiphong sale carbón, estaño y zinc para Francia, que dispone además de grandes cantidades de arroz indochino.

Una pieza clave en el Imperio Francés será la extensa isla de Madagascar. La ocupación comienza con una intervención en 1883. La figura destacada de la colonización es Galliéní, que preconiza una ocupación lenta y progresiva con un mínimo de destrucciones, funda escuelas, impulsa los traba los portuarios y ferroviarios.

En menor escala que Inglaterra, Francia entra en el siglo XX con un Imperio que supone el control de algunas líneas comerciales y la abundancia de materias primas y alimentos.

Imperio Británico

Inglaterra se anticipa a las restantes potencias en la toma de posiciones; después de la desaparición del primer Imperio colonial francés y de la emancipación de la América española permanece como el único imperio colonial europeo. Hacia 1850, dispone:

a)     De una cadena de escalas, conquistadas en su mayoría a franceses, holandeses y españoles durante los siglos XVIII y XIX: Malta, Corfú y las islas Jónicas en el Mediterráneo; Gibraltar, Santa Elena, El Cabo, isla Mauricio, Adén, Ceilán, en la ruta de las Indias; Singapur y Hong Kong en la ruta de China.

b)     Establecimientos comerciales en la costa africana:

Sierra Leona y Gambia, que en el siglo XVIII habían sido centros de la trata de esclavos, ahora abolida.

c)     Colonias de plantación, que suministran productos tropicales: Antillas, Honduras, Guayana.

d)     Colonias de poblamiento blanco, destinadas por sus condiciones climáticas, a absorber excedentes de población emigrante: Canadá, Australia, Nueva Zelanda, África del Sur, zona esta última inestable, de continuos conflictos con los boers.

e)Una colonia de explotación típica, la India, administrada desde 1777 por la Compañía de las Indias Orientales, y que juega un papel creciente en la economía británica, especialmente como proveedora de algodón. Inglaterra se afana en controlar sus accesos, por esta razón ordena Disraeli en 1875 la compra de 176.000 acciones del canal de Suez, y en aislarla de otras colonias europeas con Estados tapones, como los protectorados de Cachemira, Beluchistán y Afganistán. La India es, por tanto, el eje del Imperio.

REINO

Reinado de la Familia Borbón

El reino, es una entidad política medieval en la que el poder cae en una sóla persona: El Rey. Se verá como ejemplo el Reinado de la familia Borbón de Francia y España.

 Reyes Borbones de Francia

Enrique IV de Francia (1589-1610) logró la pacificación de Francia, superando los enfrenamientos religiosos (Edicto de Nantes, 1598), y dedicó sus energías a fortalecer el debilitado poder monárquico, en la línea del absolutismo del que el reinado de su Luis XIV, el Rey Sol (1638-1715), sería la máxima expresión. Su dinastía reinó de interrumpida en Francia hasta Luis XVI (1774-92), depuesto y guillotinado durante la Revolución Francesa. La restauración borbónica tras la caída de Napoleón sentó sucesivamente en el trono a Luis XVIII (1814-1824) y Carlos X (1824-30), hermanos de Luis XVI (su hijo, Luis XVII, no llegó a reinar, y desapareció oscuramente tras la muerte de sus padres).

Otras importantes ramas nobiliarias procedentes del tronco principal fueron la de Borbón-Busset, Borbón-Montpensier, Condé, Conti y Borbón-Orleans. Esta última llegó a dar un rey a Francia, Luis Felipe 1(1830-48), encumbrado y destronado por sendas revoluciones burguesas. El conde de París, actual pretendiente a la corona francesa, pertenece a esta rama.

Reyes Borbones de España

Con la muerte de Carlos 11(1700) sin hijos, se extinguió la casa de Austria en España. El testamento del difunto nombraba heredero a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, pero el temor a la formación de un bloque borbónico que podría resultar hegemónico tanto en Europa como en las colonias, movió a las demás potencias a disputar esta sucesión, apoyando a otros candidatos. Los tratados de Utrecht (1 713) y Rastadt (1714) daban fin a la guerra de Sucesión española. Felipe V de España (1700-1746) se convertía en el primer rey de la nueva dinastía, previa renuncia a sus derechos al trono francés, a la vez que reconocía la pérdida de casi todas sus posesiones europeas.

La nueva dinastía procuró unificar y centralizar la administración de sus reinos según modelo francés (Decretos de Nueva Planta, 1707-16), a la vez que impulsaba la aplicación de reformas y medidas de fomento destinadas a superar el atraso y los la grave crisis económica y social que había sufrido España durante el siglos III (1759-88), tercer hijo de Felipe V (tanto Luis I como Fernando VI murieron sin herederos), fue el máximo exponente de este reformismo ilustrado. Paralelamente la monarquía española desarrolló una política exterior marcada por las alianzas rientes franceses (Pactos de Familia de 1734, 1743 y 1761), la salvaguarda colonial, codiciado y acosado principalmente por Gran Bretana, y las intervenciones en Italia, pues la ambiciosa Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe y, no hasta lograr para sus hijos tronos en Italia. Así, Carlos (futuro Carlos III de España se convirtió en rey de Nápoles y Sicilia (1734-59), y Felipe, en duque de Parma, Piasenstalla (1765-1802).

Tras el llamado Sexenio Revolucionario que incluyó el breve reinado de Amaóeo I de Saboya (1871 -73) y la Primera República (1873-74), la monarquía fue restaurada en la persona de Alfonso XII de Borbón (1874-85), hijo de Isabel II, que logró Poner fin a la tercera y última guerra carlista (1875). Se inauguraba el periodo Conocido como la Restauración, caracterizado por la alternancia en el gobierno (turnismo) de conservadores y liberales. Pero tos vicios del sistema generaron una corrupción generalizada (caciquismo), que se complicó con el desastre colonial de 1898 y las luchas sociales de principios del siglo XIX (Semana Trágica de Barcelona, 1909), para conducir a la quiebra del sistema. Alfonso XIII (1886-31) apoyó a la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-30), cuya caída trajo consiga la de la monarquía, y el advenimiento de la Segunda República (1931).

Entre 1931 y 1975, la dinastía borbónica mantuvo sus, pretensiones al trono español, frente a los regímenes republicano y franquista. En 1969, el general Franco designó príncipe Juan Carlos de Borbón como su sucesor en la jefatura del Estado, a títure y. A partir de la muerte de Franco (1975), el rey Juan Carlos I puso en marcha eso democratizador que culminaría en la proclamación de la Constitución de que instituía en España una monarquía parlamentaria, al tiempo que su padre, an de Borbón, conde de Barcelona, abdicaba en él sus derechos dinásticos(1977). De la rama española de los Borbones proceden las ramas italianas de Borbón, descendientes del duque Felipe 1(1720-1765) hijo de Felipe V de España, yn-Dos Sicilias, procedentes de Fernando IV de Nápoles (1759-1825>, hijo de III de España. Ambas dinastías perdieron sus Estados con la unificación de Italia en 1860. Este tipo de sistema todavía está vigente en España. Siguen gobernando los reyes (aunque hay parlamento).

FEUDO

Fue un sistema contractual de relaciones políticas y militares entre los miembros de la nobleza de Europa occidental durante la alta edad media. El feudalismo se caracterizó por la concesión de feudos (casi siempre en forma de tierras y trabajo) a cambio de una prestación política y militar, contrato sellado por un juramento de homenaje y fidelidad. Pero tanto el señor como el vasallo eran hombres libres, por lo que no debe ser confundido con el régimen señorial, sistema contemporáneo de aquél, que regulaba las relaciones entre los señores y sus campesinos. El feudalismo unía la prestación política y militar a la posesión de tierras con el propósito de preservar a la Europa medieval de su desintegración en innumerables señoríos independientes tras el hundimiento del Imperio Carolingio.

Su origen se remonta cuando los pueblos germanos conquistaron en el siglo V el Imperio romano de Occidente pusieron también fin al ejército profesional romano y lo sustituyeron por los suyos propios, formados con guerreros que servían a sus caudillos por razones de honor y obtención de un botín. Vivían de la tierra y combatían a pie ya que, como luchaban cuerpo a cuerpo, no necesitaban emplear la caballería. Pero cuando los musulmanes, vikingos y magiares invadieron Europa en los siglos VIII, IX y X, los germanos se vieron incapaces de enfrentarse con unos ejércitos que se desplazaban con suma rapidez.

         El feudalismo alcanzó su madurez en el siglo XI y tuvo su máximo apogeo en los siglos XII y XIII. Su cuna fue la región comprendida entre los ríos Rin y Loira, dominada por el ducado de Normandía. Al conquistar sus soberanos, a fines del siglo XI, el sur de Italia, Sicilia e Inglaterra y ocupar Tierra Santa en la primera Cruzada, establecieron en todas estas zonas las instituciones feudales. España también adoptó un cierto tipo de feudalismo en el siglo XII, al igual que el sur de Francia, el norte de Italia y los territorios alemanes.

Incluso Europa central y oriental conoció el sistema feudal durante un cierto tiempo y en grado limitado, sobre todo cuando el Imperio bizantino se feudalizó tras la cuarta Cruzada. Los llamados feudalismos del antiguo Egipto y de Persia, o de China y Japón, no guardan relación alguna con el feudalismo europeo, y sólo son superficialmente similares. Quizá fueran los samurais japoneses los que más se asemejaron a los caballeros medievales, en particular los sogunes de la familia Ashikaga; pero las relaciones entre señores y vasallos en Japón eran diferentes a las del feudalismo de Europa occidental.

En su forma más clásica, el feudalismo occidental asumía que casi toda la tierra pertenecía al príncipe soberano -bien el rey, el duque, el marqués o el conde- que la recibía «de nadie sino de Dios». El príncipe cedía los feudos a sus barones, los cuales le rendían el obligado juramento de homenaje y fidelidad por el que prestaban su ayuda política y militar, según los términos de la cesión. Los nobles podían ceder parte de sus feudos a caballeros que le rindieran, a su vez, homenaje y fidelidad y les sirvieran de acuerdo a la extensión de las tierras concedidas. De este modo si un monarca otorgaba un feudo de doce señoríos a un noble y a cambio exigía el servicio de diez caballeros, el noble podía ceder a su vez diez de los señoríos recibidos a otros tantos caballeros, con lo que podía cumplir la prestación requerida por el rey. Un noble podía conservar la totalidad de sus feudos bajo su dominio personal y mantener a sus caballeros en su señorío, alimentados y armados, todo ello a costa de sufragar las prestaciones debidas a su señor a partir de su propio patrimonio y sin establecer relaciones feudales con inferiores, pero esto era raro que sucediera ya que los caballeros deseaban tener sus propios señoríos. Los caballeros podían adquirir dos o más feudos y eran proclives a ceder, a su vez, parte de esas posesiones en la medida necesaria para obtener el servicio al que estaban obligados con su superior. Mediante este subenfeudamiento se creó una pirámide feudal, con el monarca en la cúspide, unos señores intermedios por debajo y un grupo de caballeros feudales para servir a la convocatoria real.

CONCLUSIÓN

Como conclusión cabe destacar que es importante saber la formación política de estas entidades medievales porque, todo lo analizado anteriormente podría decirse que ha sido como una evolución, de los diferentes sistemas de gobierno, y de economía, por lo que es importante saber digamos “los primeros” pasos de la organización gubernamental en una entidad para poder comprender completamente al Estado, que es lo que incumbe a ésta materia, la Teoría General del Estado.

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